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¿Cómo funciona el motor interno?


Todos, como personas, tenemos la capacidad de decidirnos y de llevar a cabo lo decidido. Dios, nuestro Creador, quiso dotarnos de libertad y arriesgarse con cada uno de nosotros. Para ejercer nuestra libertad Dios nos deja espacios de decisión y nos da a conocer el Bien a través de su Amor. La experiencia de su Amor en nuestras vidas es la que moviliza una fuerza interior que saca nuestro mejor “yo”. Esta manera de educar de Dios es nuestra pasión en el Colegio, y está aplicada en lo que llamamos “motor interno”.

El motor interno es el proceso personal que realiza el educando encontrando su propia motivación para decidirse por el bien y llevar a cabo esa decisión.

Muchas veces la motivación convierte los esfuerzos en ilusión y gusto por la propia educación, logrando alcanzar siempre más y no quedándose en lo mínimo.  Pero también ocurre que hay momentos en la vida, en los que quizás por cansancio, desilusiones propias, situaciones extremas… “se nos caen las alas”. En esos momentos sólo queda actuar por mínimos obligatorios que nos sostengan y regulen para no dañar ni hacernos daño.

Para que se desarrolle su propio motor interno, nuestros alumnos cuentan con un “motor externo”. Este es la atmósfera del Colegio: donde reinan la alegría, la belleza, la magnanimidad, la verdad, la transparencia y la victoria.  Cada educador es quien genera esta atmósfera y trata de despertar el anhelo de conquista o de entrega que existe en cada persona y también se responsabiliza por sostener unos mínimos innegociables.

El motor interno se forja a través del lenguaje. El pensamiento es el lenguaje interno con el que me hablo y voy conduciendo los sentimientos y emociones que provocan las experiencias. A través del lenguaje oral y motórico se expresan todos estos procesos internos.

Las circunstancias de la vida cotidiana son un factor educativo muy potente si se aprovechan bien. Es tan interesante fijarse en los indicadores de comportamiento, es decir, en todo lo que hacemos y decimos, ya que señalan cómo es nuestro propio autoconcepto y la significación que damos a las situaciones a las que nos enfrentamos.

El educador es el gran buscador del “porqué” de las conductas personales, evalúa los procesos del comportamiento, realiza un plan y seguimiento del mismo, para conseguir los avances en el crecimiento del alumno. Para ello tiene en cuenta que la motivación se da en cada persona de modo diferente, dependiendo de las maneras de ser: la voluntad puede motivarse por la razón, por los afectos o por los demás.

Es una alegría contemplar a nuestros alumnos cuando libremente cumplen una norma con un porqué, la cargan de valor y la infieren; cuando logran crecer con las dificultades, pues les han dado un sentido; cuando relacionan sus conocimientos y los aplican mejorando la realidad; cuando, al no lograr la forma acertada en el trato con los demás, paran, reflexionan, aceptan, aportan y consiguen vincularse.

Si iluminamos cada situación cotidiana con un sentido, hemos logrado poner en marcha nuestro motor interno y conseguimos un gran desarrollo y plenitud personal.

 

Hna. María Crevillén

Jefa del Departamento de Formación