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Educar en y para la libertad


Queridas familias:

Este mes de noviembre de 2020 viene marcado, a nivel político y social, por la aprobación en el Congreso de los Diputados del Proyecto de Ley Orgánica de modificación de la LOE (LOMLOE), cuya tramitación está siendo tan controvertida. Un proyecto cuya redacción ha estado rodeada por la controversia, al haber sido redactado sin la participación de los agentes que intervenimos en este sector y sin parecer buscar, desgraciadamente, un necesario diálogo que genere un espacio para la educación duradero, positivo y respetuoso hacia la libertad de los padres en el ejercicio de su patria potestad.

La educación de personas libres y auténticas requiere espacios de libertad. Es decir, la acción educativa debe poder ser realizada conforme a la conciencia de cada uno y de acuerdo con las creencias de los padres del menor. La imposición de un marco legislativo que no tome en consideración esta premisa y pretenda definir cómo deben pensar todos los ciudadanos o en qué lengua deben hacerlo, es un ataque directo a los derechos y libertades fundamentales. El Estado y la escuela somos subsidiarios del derecho de los padres a educar a sus hijos según su libertad de conciencia. Es precisamente del derecho que asiste a los padres a elegir la educación que quieren para sus hijos de donde nace el derecho de los centros educativos de iniciativa social a disponer de un carácter propio que los identifique y diferencie, de modo que se pueda atender el ejercicio efectivo de este derecho.

Del mismo modo, los centros educativos hemos de ser transparentes ante los padres y la sociedad en cuanto a ese carácter propio que nos identifica: nuestro ideario, la cosmovisión desde la que formamos a nuestros alumnos y la pedagogía que aplicamos. En nuestro Santuario Colegio, queremos ofrecer a las familias un entorno educativo que respeta y potencia la dignidad de cada alumno como hijo de Dios e hijo de María; y la participación de su familia en el proceso formativo. Es junto a la familia, en colaboración con ella y desde el respeto mutuo, como entendemos la educación. Como educadores, asumimos un papel subsidiario ante los padres, sin renunciar a nuestro modo pedagógico y abiertos al diálogo con ellos. Todo ello con la mirada puesta en el bien de cada alumno, en su originalidad y en el respeto a sus procesos educativos, para que pueda desarrollar todas sus potencialidades y llegue a ofrecer al mundo la mejor versión de sí mismo.

Educamos a cada alumno por vocación: creemos firmemente que estamos llamados a formar “personalidades libres, firmes y comprometidas con el mundo”, como expresa nuestro proyecto educativo. Hemos recibido esa misión en el Santuario que nos da razón de ser, donde María nos impulsa a hacer que el mundo sea cada día más humano mediante la pedagogía que heredamos del Padre Kentenich a través de las Hermanas de María de Schoenstatt. Ésta es nuestra misión y el sentido de lo que hacemos. Por eso, hoy y siempre, nos mantendremos fieles a ella respetando lo que somos y lo que hemos ofrecido a las familias de nuestros alumnos, desde la coherencia.

Necesitamos espacios para ejercer nuestro compromiso educativo en libertad. Los reclamamos a los poderes públicos, sometidos como todos nosotros al respeto por los derechos y libertades fundamentales. Es una exigencia justa, pues nos debemos a la dignidad de cada persona, de cada alumno, que nos precede.

Un fuerte abrazo,

 

Pablo Siegrist Ridruejo

Director