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Queda una vivencia profunda para Navidad


Primavera, verano, otoño, invierno… Así comenzaba este año nuestra función de Navidad: la vida pasa, pero cuando la vivimos con Dios siempre deja huella.

Este año la obra nos regaló un mensaje actual: con nuestras obras buenas construimos un nuevo belén.

Así como cuando nació Jesús, la gente le llevó lo que tenía y por eso en los belenes hay figuras de hombres llevando leña, corderos, gallinas…; hoy, nosotros le llevamos otras cosas: sacrificios, paz, amor, soledad… Muchas veces no somos conscientes de nuestros buenos actos, incluso los olvidamos, pero lo bueno queda porque Jesús acoge todos estos actos sencillos de la vida diaria como los mejores dones que podemos ofrecerle cada Navidad.

El objetivo de este acto navideño no era tanto conseguir una perfecta representación teatral de nuestros alumnos como actores, sino el compartir entre todos la misión de transmitiros un mensaje profundo a vosotros, sus padres.

Desde el primer momento, fue impresionante la respuesta de vuestros hijos. Fueron esforzándose, ayudándose unos a otros, se dejaron decir, exigir, y además en medio de un tiempo intenso de exámenes y trabajos. Nos dividimos en grupos, en los que nos mezclamos con distintas edades y cada día, cada semana, nuestros vínculos se estrecharon. “O todo o todo”: realmente la entrega fue grande y de cada uno.

La última semana nos unimos todos los equipos, nos admiramos y valoramos por el trabajo conseguido. Todo queda: los cantos, la música, la delicadeza del decorado y disfraces, la alegría, la oración; y también el apoyo oculto, pero esencial, de nuestras alumnas de Secundaria, que disfrutaron y lograron sacar lo mejor de los pequeños.

Y esta es nuestra manera de hacer Colegio: siempre juntos, siempre ayudándonos, complementándonos, disfrutando el esfuerzo, sacando fuerzas por la trascendencia que sabemos que tiene lo que vamos a transmitir.

Al ver la puesta en escena final, puedo decir que los alumnos del Colegio Nuestra Señora de Schoenstatt irradiaron esta vivencia de profundidad, naturalidad y alegría que se gesta en nuestro día a día.

Me alegra que esta experiencia llegue hasta cada una de vuestras familias. Que en esta Navidad podáis regalarle el día a día a Jesús para que Él lo transforme en un gran don.

Hna. María Crevillén

Jefa del Departamento de Formación