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Causas en la aparición de trastornos del aprendizaje


En el primer estudio del Observatorio Schoenstatt sobre educación, humanización y futuro, observamos algunos datos que conectan la deshumanización en la enseñanza como fuente de ciertas conductas poco adaptativas o algunos trastornos leves de tipo emocional (diferentes tipos de ansiedad, somatizaciones, trastornos del vínculo, trastornos de conducta…) que se relacionan directamente con la aparición de dificultades en el aprendizaje o con un menor rendimiento académico.

Son varias las causas que parece que están interfiriendo en el aumento de alumnos que necesitan de un apoyo psicopedagógico por presentar diferentes dificultades en el aprendizaje.

La vida tan acelerada por motivos laborales, el aumento de la desestructuración familiar, la culpabilidad por no estar suficiente tiempo con los hijos, situaciones personales complejas… unido a un uso excesivo de las nuevas tecnologías, han ido desencadenando una educación en muchos momentos sobre protectora e innecesaria, resolviéndoles todo antes de dejarles que lo intenten por sí mismos y sobre todo no dejar que se equivoquen como lección de vida.

Por intentar “ayudarles” unido a la velocidad con la que la sociedad nos va haciendo dependientes de tantos dispositivos electrónicos,  estamos incrementando  entre todos, no solo los trastornos de aprendizaje como dificultades de expresión oral, dislexias, disgrafías, déficit de atención… sino también estamos viendo  problemas a nivel emocional en edades cada vez más tempranas que les acaban repercutiendo directamente en el rendimiento académico.

La falta de situaciones comunicativas naturales, la inexistencia de juegos creativos y manipulativos, no darles ciertas responsabilidades a la edad que les corresponde, no marcar ciertos límites en el debido momento, tener todo de manera inmediata a través de las redes sociales,  o no diferenciar el uso del lenguaje en diferentes contextos: con que lenguaje dirigirse a un adulto, a una persona que no conoces…son alguna de las causas que generan, en estas generaciones,  una falta total de habilidades sociales. Día a día observamos que no tienen recursos para resolver conflictos por sí mismos, no saben cómo defenderse ante un “insulto” , como ser asertivos, se vuelven más inseguros y con baja autoestima, al no verse capaces de solucionar ciertas situaciones por ellos mismos y sobre todo, cada vez hay una mayor baja tolerancia a la frustración por no conseguir las cosas en el momento que quieren, ya que, por la sociedad, se habitúan a tener las cosas cada vez  de una manera más inmediata por lo que mencionamos anteriormente, las nuevas tecnologías.

Esta falta de estrategias ha provocado en los últimos años un aumento importante de terapias psicológicas en niños de edades cada vez más tempranas para dotarles de recursos y habilidades que les permitan desenvolverse mejor a nivel social y un aumento de intervenciones psicopedagógicas por el incremento de dificultades en los procesos de aprendizaje.

Todo esto  lleva a plantearnos que, aunque no se puedan ralentizar ciertos aspectos que nos van imponiendo como sociedad, si podemos mejorar pequeños hábitos por nosotros mismos; enseñarles a comunicarse y expresarse mejor desde el colegio y buscar pequeños momentos al día de comunicación con ellos en casa, darles ciertas responsabilidades en casa y en el colegio en función de la edad, buscar desde el colegio la creatividad y la metodología activa y basada en la vivencia para que disfruten aprendiendo con más motivación y sean aprendizajes estables que les sirvan en el futuro. Trabajar la memoria también es importante, pero no como único recurso para aprender,  sino haciéndoles partícipes y viviendo más profundamente cada conocimiento por todos los canales posibles: auditivos, visuales, táctiles, sensoriales…es la mejor manera para que ese aprendizaje perdure y les sirva para la vida

Asimismo,  debemos proporcionar herramientas a los alumnos que les permitan desenvolverse mejor en la sociedad, enseñarles a que equivocarse es positivo para aprender mejor, educarlos en ser responsables de sus tareas y hábitos tanto en el colegio como en casa, darles la fuerza y  confianza para que sean más seguros de sí mismos…  en definitiva, niños con una personalidad fuerte, madura, sana y feliz, siendo de esta manera capaces de desenvolverse por sí mismos en las distintas situaciones a las que les vaya enfrentando la vida.

 

Cristina Peña

Responsable del Departamento de Orientación