¿Cuánto hace que no te asombra algo?
Los niños observan el mundo como si todo lo viesen por primera vez. Y nosotros, los adultos: ¿vivimos asombrados, o damos las cosas por sentadas? Todos nacemos con asombro, pero, a medida que nos hacemos mayores, lo vamos perdiendo por el camino. ¿Qué sucede? ¿Cómo hacer para evitar que nuestros hijos y alumnos lo pierdan?
El pasado martes 18 de noviembre tuvimos la suerte de recibir a Catherine L’Ecuyer en el colegio, quien dio una charla a padres y profesores sobre la educación en el asombro. Catherine es Doctora en Educación y Psicología y su tesis “The Wonder Approach to Learning” supone una nueva teoría de aprendizaje.
La ponencia de L’Ecuyer engrana de manera muy directa con nuestra manera de entender la educación. Partimos de la premisa de que la realidad existe y se puede conocer, y es ella la que asombra a los niños tal y como es. Ante un entorno cargado de estímulos y unas teorías pedagógicas predominantes que invitan al alumno a construir la realidad en vez de descubrirla, tenemos la misión de acompañar a los niños y jóvenes en mantener el deseo de conocer. Nuestro propósito es el de hacer brotar la motivación interna, aquella que lleva al alumno a la búsqueda del Bien, la Verdad y la Belleza.
¿Cuál es la receta? ¿Cómo recuperar el asombro en los alumnos? ¿Cómo recuperarlo nosotros mismos? Catherine propone varios aspectos que podemos cuidar tanto en casa como en el colegio.
En primer lugar, necesitamos reducir el volumen, tanto auditivo como de imágenes y otros estímulos. Es importante que los estímulos estén en armonía con lo que el niño necesita. Si les acostumbramos a recibir muchos estímulos, el “umbral del sentir” del niño sube y empieza un círculo vicioso, en el que cada vez necesitará más e irá perdiendo su capacidad de atención.
Vivimos en un entorno que va muy deprisa, pero la educación exige tiempo y paciencia. Los niños viven en el presente, y por eso viven asombrados, agradecidos. L’Ecuyer nos advierte de que los ritmos audiovisuales han aumentado mucho en los últimos años, teniendo cada vez más cambios abruptos por minuto. Eso conlleva que nuestros hijos entren en esa espiral que hemos mencionado anteriormente en la que cada vez necesitan más estímulos externos para asombrarse. Para mantener su asombro es bueno que se aburran, imaginen…
Otra característica del entorno social es la exposición a contenido no apropiado y a la influencia de referentes que no cuidan la inocencia de los más pequeños. Esto hace que la etapa de la infancia sea cada vez más corta, y que la adolescencia empiece antes y termine más tarde. Por ello debemos cuidar lo que mostramos.
En línea con la capacidad de vivir agradecidos, debemos educar a los jóvenes en la espera. Esto implica no darles todo lo que quieren, no darles algo antes de desearlo y enseñarles a no darlo todo por supuesto. En palabras de L’Ecuyer, “a veces pensamos que los niños necesitan muchas cosas, pero lo que necesitan es estar tiempo con nosotros”.
Debemos preguntarnos: ¿qué nos asombra? La Belleza. La Belleza en mayúsculas es aquella que asombra, es libre y no está sujeta a cambios. Difiere de la belleza que está a la moda, pues esta obliga, coarta la libertad y sí que cambia con el tiempo. Desde el colegio queremos educar la sensibilidad de nuestros alumnos para que sean capaces de reconocer la Belleza profunda, aquella que es una muestra sensible de la Bondad y la Verdad. Por eso nos esmeramos en mostrar referentes bellos y un entorno que nos haga elevar la mirada.
En conclusión, existe un paralelismo entre la pedagogía del asombro con la manera en que estamos llamados a vivir nuestra espiritualidad. Un cristiano vive confiando y esperando, con inocencia y esperanza. Eso nos lleva a vivir asombrados y profundamente agradecidos, pues todo lo que nos rodea, la realidad, nos ha sido dada por un Dios que nos ama.
Iniciamos el adviento asombrándonos por todo lo que se nos regala cada día en el colegio, a través de las gracias del Santuario, y con la misión de llevar a nuestros alumnos a ese Bien, Bondad y Verdad que se nos revela en nuestro quehacer diario.

Reyes Riviere
Jefa de estudios de primaria


