El pasado miércoles, 15 de octubre, nuestras madres embarazadas vivieron una jornada profundamente emotiva y significativa. En el marco de nuestra vida pastoral y formativa, celebramos la Santa Misa en la que nos reunimos con todas ellas para compartir un momento de oración, fe y gratitud.
La celebración, celebrada por el capellán de nuestro Colegio, El padre Borja, estuvo marcada por un ambiente de recogimiento y alegría. Cada gesto, cada canto y cada palabra nos recordaron el valor de encontrarnos esperando una nueva vida que camina unida bajo la mirada de Dios, como así lo hizo nuestra querida Mater.
Uno de los momentos más especiales fue el momento de la bendición de las mamás embarazadas, un signo de esperanza y amor hacia la vida. Ver a nuestras familias recibir esa bendición, rodeadas de padres y docentes, nos invitó a reflexionar sobre el milagro de la vida y la importancia de acompañar y cuidar a quienes están por recibir un nuevo miembro en su hogar. Fue un instante de profunda emoción, en el que la comunidad entera se unió en oración por la salud de las madres y de los niños que están por venir.
La misa también nos recordó la importancia de vivir la fe como un camino compartido. En tiempos en que el ritmo cotidiano muchas veces nos aleja de lo esencial, este encuentro nos permitió detenernos, mirar hacia adentro y agradecer. Agradecer la vida, las familias, la educación y el privilegio de formar parte de esta comunidad educativa que crece no solo en conocimientos, sino también en valores humanos y espirituales.
Agradecemos a todos quienes hicieron posible esta celebración: la Hermana Clara, los docentes, al coro escolar y las familias.
Después del acto, hubo un pequeño brunch en la casa de las hermanas, donde las futuras mamás pudieron disfrutar de un café acompañado por dulces y compartir impresiones y vivencias de su estado. Como obsequio, todas ellas obtuvieron una cartela con la que mostrar el nombre de su futuro hijo/a.

Que la bendición recibida se extienda a todos los hogares de nuestro Colegio y que el ejemplo de amor, fe y esperanza que vivimos en esta misa siga inspirando nuestros días. “Porque para Dios nada es imposible.” (Lucas 1,37)

Rocío García Leaniz
Madre del colegio


