La Semana de la Ciencia nos ha recordado algo tan esencial como que la ciencia no sólo es una herramienta que nos acerca a entender el mundo, sino que también nos permite asombrarnos constantemente con él. Cada actividad que hemos desarrollado, desde las más experimentales hasta las más creativas, se ha convertido en una ocasión para que nuestros alumnos descubran que el universo, la vida y el ser humano están embebidos de una inteligencia superior y profunda que merece ser explorada.
En esta línea, el libro Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios, por ejemplo, nos recuerda de forma detallada que, cuando la ciencia avanza, no oscurece estos misterios, sino que los ilumina.
Las ventanas por las que el alumnado ha podido acercarse a la ciencia son múltiples: desde la observación del interior del cuerpo humano con un ecógrafo (actividad dirigida por dos madres doctoras), hasta las tomas de muestras biológicas reales realizadas de la mano de investigadoras del Instituto Carlos III. A esto se añadieron actividades como los escape rooms científicos, que pusieron a prueba la razón, la observación y la lógica de los alumnos, y la visita al Museo Lunar que despertó esa fascinación que siempre nace al mirar hacia el cielo.
Otras actividades destacables en las que la tecnología ha sido protagonista incluyen el taller de 3M para comprender mejor el rol de la luz y la óptica en la seguridad, y la visita al laboratorio de neurología de Cantoblanco donde se pudo observar la importancia de los ratones en la investigación biomédica. Señalamos especialmente el testimonio de María Postigo Camps, ingeniera biomédica y emprendedora, que compartió su inspiradora trayectoria y su experiencia al crear SpotLab.
En el campo de la ingeniería y la arquitectura, destacan dos actividades: CityLego, que permitió a los alumnos adentrarse en las complejidades de la planificación urbana para dar respuesta a las necesidades sociales, ambientales y funcionales; y la visita al Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CEDEX), donde pudimos conocer de primera mano cómo se están estudiando fenómenos tan complejos como el de la DANA en la Comunidad Valenciana, así como disfrutar de la arquitectura de Fisac.
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En cada actividad, en cada pregunta de los alumnos, en cada descubrimiento, se hizo evidente que la ciencia y la fe no son caminos enfrentados, sino dos formas complementarias de buscar la verdad. La ciencia nos muestra cómo funciona el mundo; la fe nos recuerda que tiene sentido. La ciencia nos revela el orden; la fe reconoce al Autor. La ciencia despierta preguntas; la fe apunta hacia respuestas más profundas. Y nuestros alumnos, con su curiosidad natural, vivieron esa unión de manera espontánea: preguntando, experimentando, dudando, confirmando, admirándose… exactamente como se aprende, y exactamente como se descubre a Dios en lo cotidiano.
Gracias a todas las personas que han hecho posible esta semana: familias, profesorado, alumnado, ponentes y profesionales externos. Gracias por vuestro entusiasmo, generosidad y compromiso.
María de la Concepción Martín Robles
Jefatura del Departamento de Ciencias
